Muchos niños en periodo escolar, sufren alguna disfunción visual y lamentablemente no lo manifiestan hasta que el rendimiento cae en picado.
Son muy pocas las veces que el propio alumno es capaz de asociar una sintomatología que los papás relacionen con algo visual y en la gran mayoría, ni siquiera el problema acaba siendo detectado, sino que el joven estudiante debe vivir con su problema y hacer una doble lucha, sacar buenas notas y adaptarse a unas condiciones visuales poco favorables para el aprendizaje.
Lo principal es conocer cuales son los problemas relacionados con la visión a los que puede enfrentarse un estudiante durante su etapa escolar. A continuación, os mostramos los más importantes.
Problemas visuales comunes en niños y su patrón detectable
Los problemas más comunes al principio de la etapa escolar son alteraciones en la refracción, es decir, miopía, hipermetropía o astigmatismo. Estos pueden ser fácilmente detectados, aunque es alarmante la cantidad de papás y mamás que nos dicen que jamás habían llevado a su hijo a una evaluación visual.
En el caso de la miopía, suele desarrollarse entorno a los 6 años y los síntomas más característicos son, el entornar los ojos para poder enfocar en lejos, acercarse a las cosas que llaman su interés para verlas mejor, como la tele o leer. Son niños que prefieren los juegos en la distancia cercana, ignorando las tareas de lejos.
La hipermetropía por su parte en niños es lo más normal, ya que la mayoría de los niños lo son hasta cierta edad, donde ésta suele desaparecer conforme el ojo y el cuerpo en general va creciendo.
Aunque en algunos casos si la hipermetropía es excesivamente alta y no se corrige, puede desencadenar otros problemas visuales más serios, ya que la persona es incapaz de ver nítido. Los signos más llamativos son el dolor de cabeza, si el niño es capaz de expresarlo, el enrojecimiento y cansancio ocular, también entrecierran los ojos para enfocar o se acercan en ciertas lecturas.
Problemas de eficacia visual
Dejando de lado los problemas visuales relacionados con la refracción, existen otras habilidades visuales que deben estar a la altura para que el niño desarrolle correctamente su aprendizaje.
Dichas habilidades tienen que ver con la eficacia visual, es decir, el movimiento correcto de sus ojos para poder leer o escribir correctamente, un enfoque o acomodación adecuada, así como el uso de los dos ojos al mismo tiempo, para ver determinadas tareas en cerca o lejos.
Si el niño posee problemas de enfoque o acomodación tenderá a alejarse o acercarse al texto o la tarea para poder ver nítidamente o no ver doble, como en el caso de problemas de convergencia de los ojos (juntar los ojos por igual para ver de cerca), provocando también malas posturas que pueden ser uno de los claros indicativos a nivel visual, se acercan demasiado al papel, apoyan la cabeza en la mano o se tumban sobre la mesa.
Problemas de percepción visual
Por otro lado, existen un sin fin de habilidades relacionadas con la percepción visual y cómo nuestro cerebro interpreta lo que le dicen sus ojos. Habilidades como la memoria visual, figura-fondo, la constancia de forma y el cierre visual, así como otras habilidades necesarias para la interpretación y desarrollo de tareas en la etapa escolar.
Estas habilidades son más difíciles de detectar ya que al ser problemas de aprendizaje, se enmascaran con problemas que se pueden o deben solucionar en clase fácilmente. Pero no siempre es así.
Muchas veces tienen que ver con problemas visuo-perceptuales que quizás no puedan ser detectados desde la escuela y necesiten de otros profesionales.
Son niños que pueden ser torpes a la hora de realizar tareas motrices, o invierten letras y números haciéndolos al revés, tienen problemas de lecto-escritura, sobretodo relacionadas con la comprensión lectora, son incapaces de concentrarse o memorizar.
Estrabismo y ojo vago
Por suerte algunas de las disfunciones visuales son llamativas a la hora de detectarlas, como es el caso del estrabismo (desviación de los ojos), la evidencia de un ojo torcido o desviado suele ser suficiente para ver que algo no anda bien a nivel visual, pero también podemos observar otros patrones.
Tanto en el caso del estrabismo como de la ambliopía, el ojo que desvía o el ojo que es vago genera una imagen que es molesta para el infante y, por tanto, tratará de bloquear dicho ojo, girando la cara para que la nariz haga de parche o tapándose el mismo el ojo con la mano. También podemos observar que el niño se frota dicho ojo porque le incordia.
El ojo vago por su parte entra en el grupo de los problemas visuales que pasan más desapercibidos, ya que el niño puede lograr subsistir solo con uno de sus ojos, pero estas condiciones son tremendamente desfavorables para su desarrollo.
Evaluación Visual completa y Terapia Visual para niños
Los niños por suerte o por desgracia, poseen gran capacidad de adaptación a los problemas y acaban acostumbrándose a las molestias y, en muchos casos, nunca han llegado a tener una visión buena, por lo que no pueden hacer una comparación entre lo que es ver correctamente o ver mal.
Es por todo esto que, a pesar de que podamos estar ojo avizor para detectar nosotros mismos algún problema visual, es trascendental hacer una revisión visual cada año para comprobar que todo vaya bien en el desarrollo de la visión.
Y, en el caso de que os encontréis con alguna de las alteraciones visuales mencionadas, es donde la terapia visual tiene un papel trascendental. Gracias a ejercicios visuales orientados al correcto desarrollo de las habilidades de eficacia y percepción de la visión, se puede conseguir reorganizar las posibles adaptaciones que la persona, sea niño o adulto, haya podido realizar y reeducar al sistema visual desde un punto de vista comportamental para que las capacidades vuelvan a la normalidad.